El cisma del sureste
Editorial de Aquiles Cantarell.
Ya se veía venir. La falta de respaldo del Consejo de Anadic a su líder, y hacer paro de brazos caídos desde la cúpula de la organización, resulta ser la verdadera razón de la renuncia de Héctor Cardenas a la presidencia de la Anadic. La falta de apoyo y una larga lista de descalabros, han llevado a la Anadic, a su presidente y a sus buenas y tal vez ingenuas pretensiones a un punto de quiebre.
Parece ser que ganó la corrupción, el clientelismo, la tapadera, el beneficio personal por encima del beneficio general, y no por parte de las cabezas (no todas, al menos), sino por los que ya no están, pero siguen moviendo los hilos del poder.
Las cosas llegaron a tal punto, que después de la falta de apoyo de los directivos del Consejo a proyectos donde no había tajada personal, y sobre todo a los esfuerzos de Héctor por transparentar la “herencia maldita” que asumió cuando inició su presidencia, y las grillas internas estimuladas por los aplaudidores de siempre, pues era de esperarse una noticia como la renuncia de Héctor Cárdenas a la presidencia de la Anadic Nacional.
Aunque se pidió inteligentemente el auxilio de las figuras emblemáticas de la organización, la ayuda llegó demasiado tarde, pese a contar con el apoyo de estados como Michoacán, Veracruz, Tamaulipas y Nuevo León, pues parece que el resto son escenarios que se utilizan para obtener recursos de las instancias gubernamentales y de los cuales un porcentaje se iba a las cuentas personales de algunos miembros (como sucedía con la comisión que se cobraba como agencia a los hoteles sede).
Pese a todo ello, hay gente que aún confía en el proyecto de un gremio que represente los intereses de los canales de distribución en todo el país. Expresidentes, fundadores y gente honesta se van sumando a una posible nueva organización, en un número que podría llegar fácilmente a 500 distribuidores. Sí, leyó bien, 500 para empezar.
Como decíamos más arriba, la manzana de la discordia no apareció en la boda de Peleo y Tetis, sino cuando los recursos del gobierno federal, a través de la Secretaría de Economía, podían obtenerse de manera muy sencilla y sin muchos requerimientos comprobatorios. Tan es así que se dice que algunas entidades de la industria no necesariamente distribuidores, también tienen acceso a ellos, porque se mostró el caminito a cambio de “apoyos” y silencios.
El hecho es que se han girado denuncias, se ha intentado castigar a los culpables, pero como suele suceder en este país, y como diría Chava Flores, a la PGR “se les hizo bolas la investigación” y la flamante acusación de peculado no procede por ser una instancia privada y no una institución del Estado.
El asunto salpica a presidencias anteriores, lo que ha llevado a muchos a plantearse una refundación.
Hoy, pese a que se le pidió guardar las famosas y políticamente correctas “formas”, finalmente Héctor Cárdenas toma una decisión sensata y honesta de hacerse a un lado. No se puede navegar con émulos de los hermanos Pinzón o del Henry Morgan.
Es de esperarse que Héctor y más empresarios de este gremio tan importante en el desarrollo del país, vuelvan a dar la batalla desde otros frentes, con socios solidarios y que navegan bajo la misma bandera y no con una patente de corso que deja muy mal parado el prestigio tan duramente ganado por la organización.
En tanto, y de acuerdo a los estatutos de la Anadic, Samuel Urrutia asume la presidencia y la terrible y difícil tarea, si su intención (y confiamos en ello) es limpiar a la Anadic de todas estas implicaciones.
Un abrazo solidario a quienes están del lado de quienes luchamos por hacer de este país una nación diferente, justa y exitosa.
Héctor Cárdenas renuncia al concluir el Congreso Anadic